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LA PALMA DE ACEITE EN MÉXICO:

UN SECTOR QUE SE REINVENTA PARA SER SUSTENTABLE

Un sector que se reinventa para ser sustentable

A bordo de una carreta tirada por caballos, Guadalupe Nares López transportó sus primeras plantas de palma de aceite por 30 kilómetros a través de un sendero solitario desde el municipio de Palenque, Chiapas, hasta su comunidad rural en Catazajá.

 

Era el año de 1998 y no había otra opción para llevar hasta su parcela, de apenas dos hectáreas, las 280 palmas con las que iniciaría su cultivo. Ningún campesino en la región conocía esa planta ni sabía a ciencia cierta su utilidad; lo único que sabían era que el gobierno mexicano había comenzado a regalarla junto con apoyos económicos mensuales para que los agricultores la trabajaran.

 

Guadalupe también ignoraba detalles sobre la palma y sus cuidados. Personal técnico gubernamental le dio algunas instrucciones básicas y le aseguraron que, si cuidaba debidamente el cultivo, en pocos años comenzaría a ver resultados positivos en sus ingresos.

El campesino, originario de la comunidad indígena ‘Chol’ donde solamente sembraban para autoconsumo, guardó en la palma de aceite la esperanza no solo de trabajar para comer, como se acostumbraba en su pueblo, sino para disfrutar una mejor vida.

 

A 22 años de aquel incierto comienzo, Guadalupe ha extendido su palmar a nueve hectáreas, mismas que le han permitido compar dos casas, financiar los estudios universitarios de sus dos hijas e incluso tiene ahorros, un “lujo” que pocos campesinos dedicados a cultivos tradicionales se pueden dar todavía en la actualidad.

 

 

“Gracias a Dios nos ha dado para comer y un poquito más. Si mañana o pasado Dios me quita, les queda algo a mis hijas”, relata en su comunidad, donde es secundado por Ana María Miranda Sarao, también campesina, quien heredó de su padre cuatro hectáreas de palmar, conservadas y cuidadas ahora por ella misma.

 

“La palma ha sido muy generosa con nosotros. Si la palma no existiera, creo que la mayoría de los hombres y mujeres que no encontraran trabajo emigrarían a la ciudad. Antes si el campesino era jornalero, ahora con la palma tiene para darle un jornal a una o dos familias más cuando es tiempo de zafra. Y cuando no es tiempo de cosecha, no emigra, porque tampoco le falta trabajo”, añade Ana María, quien ahora trabaja en equipo junto a Guadalupe y 28 agricultores más dentro de la asociación de palmicultores Mundo Maya, en Catazajá, Chiapas, la cual fue fundada por ellos mismos.

 

Las historias de estos emprendedores no son un caso aislado. De los aproximadamente 7,000 productores de palma de aceite en México, el 95 por ciento posee y trabaja con parcelas menores a 30 hectáreas, de manera que el 85 por ciento de la producción nacional de este sector proviene de pequeños productores que adoptaron la palma en sus tierras, dedicadas antes a la actividad ganadera.

 

Natasha Schwarzbach, Líder Global de Productos Sostenibles de PepsiCo, enfatizó el rol integral que juegan los pequeños productores en México: “los pequeños productores están a la vanguardia del desarrollo de una industria que puede brindar prosperidad a las comunidades locales, al tiempo que permite la protección y cuidado del medio ambiente”.

Un buen programa, pero sin orientación

Derivado de una iniciativa del Gobierno Federal, el cual invirtió en el desarrollo de la actividad palmera en el sureste de México (Campeche, Chiapas, Tabasco y el sur de Veracruz), las tierras y predios que antes eran usados para la ganadería fueron reconvertidos en plantaciones de palma de aceite de manera que esta nueva actividad no supusiera la deforestación de más selva tropical en la región. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 98% de las plantaciones de palma de aceite en México han sido establecidas en tierras previamente utilizadas como ranchos ganaderos, dando paso a un cultivo perenne con una alta capacidad de captura de carbono.

 

Gustavo Priego Roche, palmicultor de Jalapa, Tabasco, tuvo un inicio similar. Aprovechó el apoyo del Gobierno Federal en 1998 para convertir 22 hectáreas ganaderas a una plantación la palma de aceite; el problema al que se enfrentó, al igual que el resto de nuevos productores, fue la casi nula capacitación que obtuvo sobre la palma y como lograr que fuera mas productiva.

 

 

Don Gustavo y un grupo de agricultores de Jalapa pudieron acudir a cursos a Centroamérica para capacitarse y aplicar mejores prácticas agronómicas, lo que les dio una ventaja sobre la mayoría de productores mexicanos que no pudieron solventar económicamente ese viaje.

 

Sin embargo, poco antes del 2004, los palmicultores nacionales, tanto los empíricos como los que accedieron a mayor instrucción, tuvieron su segundo gran reto: al tratarse de un cultivo novedoso, no había comprador para su producto ni tampoco una industria dedicada a transformarlo en materia prima aprovechable. Así, cientos de toneladas de cosecha fueron desperdiciadas en los campos irreversiblemente.

 

A medida que cada vez más fruta fue haciéndose disponible, la industria reconoció esta oportunidad para invertir el desarrollo de más molinos en los cuatro estados palmeros. En 2012, había aproximadamente 60,000 hectáreas sembradas, y el precio por tonelada de racimo de fruta fresca era alto. La prosperidad alcanzó a todos los palmicultores que cosecharon durante ese año.

El crecimiento de las plantaciones

Ver la abundancia que estaban disfrutando los palmicultores contagió a otros productores de la región. Luis Alberto López López y Enrique Guzmán Morales, de la asociación palmicultores del Sureste, se inclinaron por la palma al ver los buenos tiempos que estaban atravesando sus compadres, vecinos y familiares.

 

Con 8 y 4.5 hectáreas respectivamente, las cuales dedicaban previamente solo al ganado, comenzaron a cultivar palma de aceite a partir de 2011 y, aunque los precios de la fruta por tonelada no han vuelto a ser tan altos como en 2009, ambos han obtenido las ganancias suficientes para permitirse pagar trabajadores de base, solventar los estudios de sus hijos y guardar fondos para emergencias.

 

“La palma es una chulada. Si no hubiera sembrado yo las 4 y media hectáreas que tengo, tal vez mi hijo no estaría en la universidad. Le invertí trabajo, ahorros, pero ahorita me lo ha triplicado”, contó Enrique Guzmán en Nueva Esperanza, Chiapas.

 

 

Actualmente, la palmicultura en México se extiende a lo largo de 100 mil hectáreas en Chiapas, Campeche, Tabasco y Veracruz con una producción primaria, que genera una derrama económica de aproximadamente mil 323 millones de pesos, solo considerando la comercialización de fruta y no la venta del aceite y subproductos. Además, representa una fuente directa de empleo para 25 mil mexicanos e indirecta para 77 mil más .

 

A pesar de que se trata de un sector que ya supera los 20 años de experiencia en el país, todavía hay mucho por mejorar y aprender, de ahí que surgiera una nueva área de oportunidad para los trabajadores de la palma y el resto de eslabones en la cadena de producción.

 

La palma ha traído beneficios a quienes le han dedicado sus tierras y trabajo. Al producir 3.8 toneladas de aceite por hectárea cultivada, una cifra hasta siete veces superior al de la soya con tan solo 0.5 toneladas y al de la canola y girasol con 0.8 y 0.77 respectivamente. Basándonos en lo anterior unicamente, la palma de aceite es la oleginosa que menos tierra requeriría para satisfaser la creciente demanda global de alimentos de la población global.

 

Además, otras de sus características que la vuelven asequible y rentable son sus mínimos requerimientos de fertilizantes, pesticidas y energía para la producción de aceite, los que llegan a significar unicamente una sexta parte8 de los recursos que demandan otras oleaginosas como la canola. Todos estos factores han permitido a los pequeños productores que, incluso con periodos de escasa lluvia, perciban ganancias.

La visión de “Un México palmero sustentable”

Con estas ventajas, el crecimiento de la palma de aceite en el país era inminente, por lo que resultaba fundamental garantizar que el cultivo fuera desarrollado de manera sostenible asegurando un impacto positivo en las comunidades, donde los derechos laborales sean respetados y la biodiversidad sea protegida.

 

Bajo esta visiónsurgió el Programa Holístico en 2016, una suma de esfuerzos y organización sin precedentes en el país. Como consumidor final del aceite, PepsiCo se alió con Oleopalma, empresa dedicada a la producción y extracción de aceite de palma, sumando a Proforest como experto técnico en temas de sustentabilidad y con la Federación Mexicana de Palma de Aceite (Femexpalma), la entidad que representa al gremio productor, con la misión de crear una colaboración en la cadena de suministro para iniciar un proceso de reconversión inédito. En 2019, otro importante consumidor de aceite de palma, Nestlé, se sumó a esta colaboración para dar un mayor impulso al proyecto.

 

Desde su concepción, y hasta ahora, fue y es un programa muy ambicioso. Inspirar a toda una industria para entender lo que es sustentabilidad y por qué es importante requiere un enfoque de vinculación altamente efectivo. La co-creación de este programa necesitó de un alto nivel de confianza y compromiso de todas las organizaciones, incluyendo proveedores y pequeños productores, en la construcción del camino más responsable para avanzar juntos.

 

 

Su objetivo era claro, sumar esfuerzos para trabajar a favor de la sustentabilidad en el sector de palma de aceite mexicano. La implementación de este programa se desarrolló bajo una estrategia de la que se desprendieron tres componentes: la inclusión de pequeños productores, el fortalecimiento y la capacitación del sector en temas de sustentabilidad, y la no deforestación-no turba y no explotación (NDPE por sus siglas en inglés).

 

“Un México palmero sustentable” es una visión compartida para comunidades prósperas y cadenas de suministro productivas y resilientes. Esto se basa en el compromiso de promover una intensificación sostenible, comprometerse y apoyar la producción de pequeños productores e invertir en capacidad ténica en la región. Esperamos que esta visión se comparta en toda la cadena de suministro del aceite de palma, desde molinos y productores hasta las marcas que se abastecen en la región y que cada parte interesada se sienta empoderada para asumir la responsabilidad de hacerla realidad” comentó Sarah Mercadante, Gerente de Productos Sostenibles de PepsiCo.

Asegurando la inclusión de los pequeños productores

El primer componente, que son los pequeños productores, es fundamental ya que el 85 por ciento9 de la generación de fruta nacional proviene de sus fincas. El reto estaba en la gran cantidad de personas, y su dispersión por la región, que implicaba sumar a la estrategia.

 

Dada la magnitud del desafío, los socios unieron fuerzas con la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO, por sus siglas en inglés), una organización multi-actor sin fines de lucro que desarrolla e implementa estándares globales para la producción de aceite de palma sostenible. Hoy en día, dicha organización, conjunta más de 4,000 miembros, y el 19% de la producción mundial de aceite de palma es producido bajo sus estándares de sustentabilidad.

 

De esta manera, se presentó una propuesta a través del Fondo de Apoyo para Pequeños Productores (RSSF por sus siglas en inglés) para ayudar y guiar a un grupo piloto hacia la certificación.

 

El programa fue integrado a la cadena de suministro de Oleopalma, es decir, los productores que le proveen de fruta a sus plantas extractoras de aceite. A partir de ahí, Oleopalma consolidó un equipo de técnicos que se encargó de trabajar con cada uno de los involucrados, comenzando en el área más importante: los productores en el campo.

 

En 2017, el equipo técnico visitó las comunidades palmicultoras e invitó a los productores a integrarse a un proceso de certificación que beneficiaría a todos en la cadena de suministro. Al inicio, esta propuesta generó respuestas encontradas.

 

 

"Cuando les dices a los campesinos que si quieren entrar a un programa, rápido te dicen que sí porque piensan que va a haber dinero, ya cuando ven que no, que es para tener una certificación, se la piensan más. Unos dicen que sí pero luego terminan yéndose y otros se unen hasta que los beneficios de la certificación son tangibles”, reconoce Jaime de Jesús Barrientos Juárez, integrante de la Asociación Palmeros de los Ríos, en Tenosique, Tabasco, que ya está en el proceso de certificación".

 

Después, en noviembre de ese año, RSPO aprobó el proyecto, híto que marcó el inicio del primer componente del Programa Holístico que busca demostrar el éxito de la inclusión de pequeños productores; mientras se incrementa su resiliencia, se fortalecen sus medios de vida y se implementan buenas prácticas para prevenir la deforestación y explotación. Desde entonces a la fecha, 174 pequeños productores de la base de suministro de Oleopalma han aceptado y las primeras auditorías en el estándar de pequeños productores RSPO están programadas a realizarse en el 2020.

 

Para María del Carmen López Pimentel, Jefa de Proyectos Especiales de Oleopalma, al inicio fue difícil echar a andar el programa porque buena parte de los pequeños productores trabajaba en lo individual o en asociaciones informales. A partir de entonces han surgido nuevos colectivos de palmicultores oficialmente constituidos y con una estructura operativa formal, con un presidente, secretario, tesorero, entre otras figuras necesarias para incrementar las posibilidades de la asociación de alcanzar certificarse.

 

“El programa con pequeños productores tiene esa característica, trabajo de campo día a día a cargo de Oleopalma con los productores para lograr la certificación desde 2017. Nosotros no obligamos a nadie, es un compromiso adquirido por los productores con base en los beneficios y lo que saben que van a lograr con la certificación”, relató.

 

“En campo todo cambia, cada asociación trabaja diferente, y con cada uno había que tener capacitación, trabajo en campo, visitas, ver cómo adaptas cada tema con cada productor porque son distintos. El tener el apoyo de todas las organizaciones en el programa holístico te da mayor certeza”, abundó sobre la incorporación al proyecto de Nestlé y la sinergia con PepsiCo, Oleopalma, RSPO, Proforest y Femexpalma.

Visualizando los beneficios

El proyecto comenzó a tomar ritmo y el equipo de técnicos especialistas que integró Oleopalma acompañó a los productores a iniciar nuevos procesos en su quehacer agrícola, como contar con un diagnóstico de productividad de sus cultivos, la identificación de lotes, el establecer parcelas demostrativas en donde se llevan a cabo capacitaciones no solo para productores en el proceso de certificación, sino también para las comunidades cercanas, entre otras actividades que pronto implementaron en sus tierras.

 

Además, a través de capacitaciones teórico-prácticas, los productores aprendieron nuevas técnicas de mantenimiento y fertilización para su palmar, actividades que ahora llevan a cabo con base en las necesidades nutrimentales del suelo y de la planta.

 

A decir de Miguel Ruiz Pérez, de la asociación de palmicultores Verde Industrial, de Palenque, Chiapas, los productores anteriormente solían comprar paquetes comerciales de fertilizantes que incluían variedad de nutrientes y los aplicaban de manera uniforme, pero a partir de que el equipo les apoyó con estudios foliares y de suelo para que conocieran exactamente el estado de sus cultivos, fertilizan solo con los insumos que requieren la tierra y plantas.

 

Otra de las actividades con pequeños productores que mayor impacto generó en su quehacer cotidiano fue la serie de capacitaciones relacionadas con el manejo de los palmares. Mientras ellos solían dejar las hojas de la palma justo donde caían, aprendieron a mantenerlas ordenadamente en los pasillos o interlíneas de los cultivos; con este pequeño cambio, ahora tienen la oportunidad de recuperar hasta 15 por ciento de la fruta que se desprende de los racimos y que anteriormente se perdía entre los residuos desordenados.

 

Sobre este cambio de prácticas, José Luis Pérez Vázquez Aldana, presidente de Femexpalma, considera son la base de la reconversión sustentable del sector, ya que, si los pequeños productores notan los resultados en rendimiento y mejora su calidad de vida, el efecto positivo recaerá en el resto de la cadena de suministro.

 

 

“Los productores que forman parte del programa están sumamente convencidos, y se han dado cuenta, que la palma puede ser una opción de largo plazo para ellos. En la medida en que el pequeño productor se empodere de su finca vamos a poder generar valores, no nada más económicos, sino de una conciencia ambiental y una visión de largo plazo”, apuesta el presidente de Femexpalma.

 

Como resultado del Programa Holístico, los pequeños productores que están en proceso de certificación también experimentaron un cambio de perspectiva sobre su relación con la biodiversidad en los cultivos, el respeto por la vida silvestre y la resignificación de conservar el capital natural, pues se dieron cuenta que los palmares configuran un territorio de transición para animales silvestres que les ofrece refugio y alimento.

Por ejemplo, desde especies pequeñas como variedad de ratones, serpientes, hasta otras mayores como osos hormigueros, venados, coyotes, ocelotes y monos saraguatos visitan los palmares para comer la fruta o también para cazar a los que se ven atraídos por ésta, completando la cadena alimenticia sin que sean molestados por los trabajadores del campo, quienes ahora respetan y viven en armonía con la vida silvestre que atrae la palma.

 

“Nos da mucho gusto ver a toda esa fauna regresando a un hábitat que ya prácticamente estaba deteriorado por la ganadería, algunos compañeros ya han inducido bosque. De ahí salen los monos a comer fruta y muchísimos animalitos. Tenemos el compromiso de respetar y los productores son alentados a que conserven las especies y aprendan a convivir, están entendiendo que hay que cuidar al medio ambiente”, contó Luis Alberto López López, de la Sociedad de Palmicultores del Sureste, en Nueva Esperanza, Chiapas.

“Lo que más ha avanzado es el programa con pequeños productores, empezamos sin nada escrito, pero para mí es importante mostrar que antes de este arranque, todas las experiencias con pequeños productores provenían del Sureste asiático y un par más de Sudamérica. El reto grande fue que empezamos a aprender de la experiencia, por eso ha sido tan importante el Programa Holístico”, recordó Esteban Figueroa Trejo, gerente de Proforest México.

 

Proforest, como experto en temas de sustentabilidad, reconoce que este tipo de proyectos generan experiencia para replicar el conocimiento en Mexico y en otros países de Latinoamérica.

Fortaleciendo las capacidades y ofertando capacitación en materia de sustentabilidad

El segundo componente importante del Programa Holístico va dirigido a impedir que se repita una situación como la que vivieron los productores cuando el Gobierno Federal comenzó a regalar las plantas en 1998: la desinformación. De este eje surgió un fuerte impulso para fortalecer y capacitar al sector palmero en temas de sustentabilidad donde FEMEXPALMA tomó un rol protagonista en su dirección.

 

A la fecha, se han implementado 2 programas de formación anuales. Estos programas representan 32 cursos de capacitación, con la participación de más de 20 compañías que administran 33 mil hectáreas10 de palma de aceite, es decir, más de una tercera parte de la superficie total de palmicultura en el país. En total se han benefiado a más de 600 personas, de las cuales 90 fueron apoyadas con becas otorgadas por Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA).

 

El hecho de que México cuente con especialistas nacionales significa que el conocimiento técnico está más cerca de los productores y plantas extractoras del sector mexicano para disipar dudas e iniciar su proceso de certificación RSPO.

 

 

En la actualidad, el rendimiento medio nacional es de 12.6 toneladas de fruta por hectárea11, una cifra que para los actores involucrados en el Programa Holístico esperan duplicar para 2025, es decir, ellos deberían llegar a producir unas 24 toneladas de producción por hectárea a través de la adopción de prácticas sustentables y técnicas especializadas.

 

En este sentido, una de las decisiones que marcó un hito para avanzar en el camino de la sustentabilidad, fue la de crear la Dirección de Sustentabilidad en Femexpalma, cuyo objetivo es guiar y apoyar a las empresas del sector hacia la certificación RSPO.

 

Uno de los beneficiados con las capacitaciones y el acompañamiento de esta nueva dirección fue Palmosur, industria productora y extractora de aceite de palma en Palenque, Chiapas. Su Gerente, Manuel Bacaro, reconoce que “se nos ha apoyado mucho en la orientación sobre estudios y capacitaciones que lógicamente nos han dado una mejor inmersión en temas de sustentabilidad y en alcanzar la meta que tenemos de certificarnos con RSPO”.

 

Sin embargo, los beneficios de este tipo de transformaciones a través del conocimiento no solo se quedan en la cadena productiva, sino que llegan hasta la mesa de quienes disfrutan la amplia gama de productos que se elaboran con el aceite.


“PepsiCo está profundamente comprometido con la transformación a largo plazo de la industria del aceite de palma, y a ser un catalizador para ayudar a generar un cambio sistémico. Los consumidores deberían comprar de empresas que estén comprometidas con la producción de aceite de palma sostenible, porque al hacerlo ayudan a demostrar el valor de la producción de aceite de palma sostenible y a recompensar los esfuerzos de certificación que mejora las prácticas en campo y al mismo tiempo protege a las comunidades locales y a la biodiversidad”, planteó Natasha Schwarzbach, Líder Global de Productos Sostenibles de PepsiCo.

Palmicultura inteligente

Los primeros pasos para virar hacia una palmicultura sustentable y fortalecida con especialistas mexicanos ya están dados y siguen en movimiento. Sin embargo, el factor humano y las herramientas tecnológicas juegan un papel necesario para la trasformación del sector.

 

Es aquí donde entra el tercer componente del Programa Holístico: no deforestación-no turba-no explotación (NDPE), que a decir de Emily Kunen, Líder Global de Abastecimiento Responsable de Nestlé, permite garantizar que el insumo mexicano se produce con estrictos criterios ambientales y de respeto al trabajo humano.

 

“Nestlé está comprometido con utilizar aceite de palma de origen 100 por ciento responsable en 2020, por eso es importante para nosotros de dónde viene, cómo se produce y verificar que se gestione de forma respetuosa con las personas y el planeta. Eso significa que todo el aceite de palma que utilizamos cumple con nuestros estándares de suministro y los principios NDPE”, explica.

 

 

Uno de los más relevantes alcances de este componente fue la realización de un estudio que, al evaluar 200 mil hectáreas en Chiapas y Tabasco, analizó la presencia de Altos Valores de Conservación (AVC) en más de 70 mil hectáreas, cubriendo las plantaciones de palma de aceite, con una zona más amplia que incluye 1km de buffer a su alrededor. Esta evaluación incluye recomenaciones para el manejo y monitoreo de los AVC identificados.

 

Además, para que el crecimiento de la frontera agrícola continúe ordenado y sin perturbar la biodiversidad de los estados productores, se desarrolló un mapa de probabilidad, que será de acceso público, de AVC donde se clasifican las áreas de bajo, mediano y alto riesgo para establecer palmicultura.

 

Bajo este enfoque, el Programa Holístico no solo generó dichas herramientas, sino que también organizó el primer curso para asesores líderes de AVC acreditado por la red de Altos Valores de Conservación bajo el Esquema de Licenciamiento de Asesores (ALS por sus siglas en inglés). Como parte de esta iniciativa, 15 profesionales de Costa Rica, México, Colombia y Guatemala atendieron este curso, mismo que representa un ejemplo de nuestros esfuerzos continuos para construir las capacidades locales en México y en Latinoamérica que ayuden a demostrar que el crecimiento del cultivo de palma de aceite es manejado de manera sostenible.

Mejorando las condiciones de trabajo en el campo

Si el factor social estuviera fuera del proyecto, entonces no habría un beneficio real para los involucrados. Bajo esta premisa, productores que trabajan en la certificación deben garantizar que sus empleados tienen ingresos dignos por encima del salario mínimo, que no ejercen jornadas extenuantes y que cuentan con seguridad social. Además de que deben garantizar que sus cultivos son áreas libres de trabajo infantil.

 

La aplicación de las buenas prácticas que fomenta el Programa Holístico ha permitido que los productores gocen de una mejor calidad de vida al ver incrementados sus ingresos y la frecuencia con que los reciben.

 

 

“Estoy muy contenta porque ya sé que con mi palma tengo un chequecito cada 10 días”, comparte motivada Noemí de la Cruz Paniagua, presidenta de la asociación de productores Verde Industrial, de Palenque, Chiapas.

 

Además, para procurar que los agricultores no carezcan de recursos al necesitar y adquirir fertilizantes, se creó el programa Fertiahorro, un sistema virtuoso a nombre de cada asociación donde se le invita al pequeño productor a que, por cada tonelada de fruta que venda, destine un monto que será exclusivamente para la compra de sus fertilizantes; de esta manera los productores aprenden el valor y beneficio del ahorro.

Programa Holístico del mañana

Ante la necesidad de contar con información técnica confiable, actualizada y focalizada en México, Femexpalma propuso la creación el Centro de Investigación para la Sustentabilidad de Palma de Aceite (CIISPALMA), con sede en Villahermosa, Tabasco, como el ente científico especializado que generará contenido propio dedicado a nuevas prácticas y tecnologías en la palmicultura.

 

Con un plan de negocios que aspira a ser autosustentable económicamente, el CIISPALMA fue creado mediante un Fondo Mixto entre el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Gobierno de Tabasco, el cual asciende a 42 millones de pesos. A la fecha, ya concluyeron sus dos primeras etapas que consisten en la obra civil.

 

Una vez revisado y autorizado, comenzará el equipamiento del centro para que entre en operaciones en noviembre de 2020.A partir de entonces comenzará un proceso permanente de investigación científica y capacitación continua que se incorporará a la agenda y objetivos del Programa Holístico, orientados a incrementar la producción aceitera nacional de forma sostenible.

 

 

Finalmente, todos estos resultados, retos e historias que se han entreverado en el Programa Holístico rumbo a la sustentabilidad fueron compartidos con quienes dan vida al sector en el Segundo Congreso Palmero Mexicano y la VIII Conferencia Lationamericana RSPO, eventos que se llevaron a cabo en la ciudad de Campeche del 3 al 5 de marzo del 2020, abierto para compartir experiencias y estrechar lazos.

 

Durante este encuentro internacional, Francisco Naranjo, director de RSPO Lationamérica, aprovechó para enviar un mensaje de apoyo al sector, y particularmente a los pequeños productores, quienes son la base del esfuerzo colectivo para alcanzar la certificación.

 

“Mi mensaje es que sigan adelante, cuentan con el apoyo de un gremio fuerte como Femexpalma, RSPO, de compradores internacionales. Van en el camino correcto, no me queda la menor duda de que la implementación de las buenas prácticas ambientales, sociales y económicas les dará muchos réditos a mediano y largo plazo. Todos estamos alineados con este compromiso hacia la sostenibilidad”, alentó.

Mirando hacia adelante

Hoy la industria palmera mexicana opera con una agenda multilateral que ha sabido responder a uno de los retos mas importantes del Siglo XXI: crecer económicamente sin comprometer los recursos naturales del futuro. Al fortalecer a las organizaciones de productores locales, transmitiendo los conocimientos adquiridos y facilitando el acceso a nuevos recursos, el Programa Holístico está logrando mejorar las condiciones de vida y la prosperidad de las comunidades. La anhelada sustentabilidad ya está en marcha de la mano de todos los interesados que estamos en esto juntos.

 

UN SECTOR QUE SE REINVENTA
PARA SER SUSTENTABLE

UN BUEN PROGRAMA,
PERO SIN ORIENTACIÓN

EL CRECIMIENTO DE
LAS PLANTACIONES

LA VISIÓN DE "UN MÉXICO
PALMERO SUSTENTABLE"

ASEGURANDO LA INCLUSIÓN DE
PEQUEÑOS PRODUCTORES

VISUALIZANDO LOS BENEFICIOS

FORTALECIENDO LAS CAPACIDADES Y OFERTANDO
CAPACITACIÓN EN MATERIA DE SUSTENTABILIDAD

PALMICULTURA
INTELIGENTE

MEJORAMIENTO DE LAS CONDICIONES DE TRABAJO
EN EL CAMPO

PROGRAMA HOLÍSTICO
DEL MAÑANA

MIRANDO HACIA ADELANTE

Un sector que se reinventa para ser sustentable

A bordo de una carreta tirada por caballos, Guadalupe Nares López transportó sus primeras plantas de palma de aceite por 30 kilómetros a través de un sendero solitario desde el municipio de Palenque, Chiapas, hasta su comunidad rural en Catazajá.

 

Era el año de 1998 y no había otra opción para llevar hasta su parcela, de apenas dos hectáreas, las 280 palmas con las que iniciaría su cultivo. Ningún campesino en la región conocía esa planta ni sabía a ciencia cierta su utilidad; lo único que sabían era que el gobierno mexicano había comenzado a regalarla junto con apoyos económicos mensuales para que los agricultores la trabajaran.

 

Guadalupe también ignoraba detalles sobre la palma y sus cuidados. Personal técnico gubernamental le dio algunas instrucciones básicas y le aseguraron que, si cuidaba debidamente el cultivo, en pocos años comenzaría a ver resultados positivos en sus ingresos.

El campesino, originario de la comunidad indígena ‘Chol’ donde solamente sembraban para autoconsumo, guardó en la palma de aceite la esperanza no solo de trabajar para comer, como se acostumbraba en su pueblo, sino para disfrutar una mejor vida.

 

A 22 años de aquel incierto comienzo, Guadalupe ha extendido su palmar a nueve hectáreas, mismas que le han permitido compar dos casas, financiar los estudios universitarios de sus dos hijas e incluso tiene ahorros, un “lujo” que pocos campesinos dedicados a cultivos tradicionales se pueden dar todavía en la actualidad.

 

 

“Gracias a Dios nos ha dado para comer y un poquito más. Si mañana o pasado Dios me quita, les queda algo a mis hijas”, relata en su comunidad, donde es secundado por Ana María Miranda Sarao, también campesina, quien heredó de su padre cuatro hectáreas de palmar, conservadas y cuidadas ahora por ella misma.

 

“La palma ha sido muy generosa con nosotros. Si la palma no existiera, creo que la mayoría de los hombres y mujeres que no encontraran trabajo emigrarían a la ciudad. Antes si el campesino era jornalero, ahora con la palma tiene para darle un jornal a una o dos familias más cuando es tiempo de zafra. Y cuando no es tiempo de cosecha, no emigra, porque tampoco le falta trabajo”, añade Ana María, quien ahora trabaja en equipo junto a Guadalupe y 28 agricultores más dentro de la asociación de palmicultores Mundo Maya, en Catazajá, Chiapas, la cual fue fundada por ellos mismos.

Las historias de estos emprendedores no son un caso aislado. De los aproximadamente 7,000 productores de palma de aceite en México, el 95 por ciento posee y trabaja con parcelas menores a 30 hectáreas, de manera que el 85 por ciento de la producción nacional de este sector proviene de pequeños productores que adoptaron la palma en sus tierras, dedicadas antes a la actividad ganadera.

 

Natasha Schwarzbach, Líder Global de Productos Sostenibles de PepsiCo, enfatizó el rol integral que juegan los pequeños productores en México: “los pequeños productores están a la vanguardia del desarrollo de una industria que puede brindar prosperidad a las comunidades locales, al tiempo que permite la protección y cuidado del medio ambiente”.

Un buen programa, pero sin orientación

Derivado de una iniciativa del Gobierno Federal, el cual invirtió en el desarrollo de la actividad palmera en el sureste de México (Campeche, Chiapas, Tabasco y el sur de Veracruz), las tierras y predios que antes eran usados para la ganadería fueron reconvertidos en plantaciones de palma de aceite de manera que esta nueva actividad no supusiera la deforestación de más selva tropical en la región. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 98% de las plantaciones de palma de aceite en México han sido establecidas en tierras previamente utilizadas como ranchos ganaderos, dando paso a un cultivo perenne con una alta capacidad de captura de carbono.

 

Gustavo Priego Roche, palmicultor de Jalapa, Tabasco, tuvo un inicio similar. Aprovechó el apoyo del Gobierno Federal en 1998 para convertir 22 hectáreas ganaderas a una plantación la palma de aceite; el problema al que se enfrentó, al igual que el resto de nuevos productores, fue la casi nula capacitación que obtuvo sobre la palma y como lograr que fuera mas productiva.

 

 

Don Gustavo y un grupo de agricultores de Jalapa pudieron acudir a cursos a Centroamérica para capacitarse y aplicar mejores prácticas agronómicas, lo que les dio una ventaja sobre la mayoría de productores mexicanos que no pudieron solventar económicamente ese viaje.

 

Sin embargo, poco antes del 2004, los palmicultores nacionales, tanto los empíricos como los que accedieron a mayor instrucción, tuvieron su segundo gran reto: al tratarse de un cultivo novedoso, no había comprador para su producto ni tampoco una industria dedicada a transformarlo en materia prima aprovechable. Así, cientos de toneladas de cosecha fueron desperdiciadas en los campos irreversiblemente.

 

A medida que cada vez más fruta fue haciéndose disponible, la industria reconoció esta oportunidad para invertir el desarrollo de más molinos en los cuatro estados palmeros. En 2012, había aproximadamente 60,000 hectáreas sembradas, y el precio por tonelada de racimo de fruta fresca era alto. La prosperidad alcanzó a todos los palmicultores que cosecharon durante ese año.

El crecimiento de las plantaciones

Ver la abundancia que estaban disfrutando los palmicultores contagió a otros productores de la región. Luis Alberto López López y Enrique Guzmán Morales, de la asociación palmicultores del Sureste, se inclinaron por la palma al ver los buenos tiempos que estaban atravesando sus compadres, vecinos y familiares.

 

Con 8 y 4.5 hectáreas respectivamente, las cuales dedicaban previamente solo al ganado, comenzaron a cultivar palma de aceite a partir de 2011 y, aunque los precios de la fruta por tonelada no han vuelto a ser tan altos como en 2009, ambos han obtenido las ganancias suficientes para permitirse pagar trabajadores de base, solventar los estudios de sus hijos y guardar fondos para emergencias.

 

“La palma es una chulada. Si no hubiera sembrado yo las 4 y media hectáreas que tengo, tal vez mi hijo no estaría en la universidad. Le invertí trabajo, ahorros, pero ahorita me lo ha triplicado”, contó Enrique Guzmán en Nueva Esperanza, Chiapas.

 

 

Actualmente, la palmicultura en México se extiende a lo largo de 100 mil hectáreas en Chiapas, Campeche, Tabasco y Veracruz con una producción primaria, que genera una derrama económica de aproximadamente mil 323 millones de pesos, solo considerando la comercialización de fruta y no la venta del aceite y subproductos. Además, representa una fuente directa de empleo para 25 mil mexicanos e indirecta para 77 mil más .

 

A pesar de que se trata de un sector que ya supera los 20 años de experiencia en el país, todavía hay mucho por mejorar y aprender, de ahí que surgiera una nueva área de oportunidad para los trabajadores de la palma y el resto de eslabones en la cadena de producción.

 

La palma ha traído beneficios a quienes le han dedicado sus tierras y trabajo. Al producir 3.8 toneladas de aceite por hectárea cultivada, una cifra hasta siete veces superior al de la soya con tan solo 0.5 toneladas y al de la canola y girasol con 0.8 y 0.77 respectivamente. Basándonos en lo anterior unicamente, la palma de aceite es la oleginosa que menos tierra requeriría para satisfaser la creciente demanda global de alimentos de la población global.

 

Además, otras de sus características que la vuelven asequible y rentable son sus mínimos requerimientos de fertilizantes, pesticidas y energía para la producción de aceite, los que llegan a significar unicamente una sexta parte8 de los recursos que demandan otras oleaginosas como la canola. Todos estos factores han permitido a los pequeños productores que, incluso con periodos de escasa lluvia, perciban ganancias.

La visión de “Un México palmero sustentable”

Con estas ventajas, el crecimiento de la palma de aceite en el país era inminente, por lo que resultaba fundamental garantizar que el cultivo fuera desarrollado de manera sostenible asegurando un impacto positivo en las comunidades, donde los derechos laborales sean respetados y la biodiversidad sea protegida.

 

Bajo esta visiónsurgió el Programa Holístico en 2016, una suma de esfuerzos y organización sin precedentes en el país. Como consumidor final del aceite, PepsiCo se alió con Oleopalma, empresa dedicada a la producción y extracción de aceite de palma, sumando a Proforest como experto técnico en temas de sustentabilidad y con la Federación Mexicana de Palma de Aceite (Femexpalma), la entidad que representa al gremio productor, con la misión de crear una colaboración en la cadena de suministro para iniciar un proceso de reconversión inédito. En 2019, otro importante consumidor de aceite de palma, Nestlé, se sumó a esta colaboración para dar un mayor impulso al proyecto.

 

Desde su concepción, y hasta ahora, fue y es un programa muy ambicioso. Inspirar a toda una industria para entender lo que es sustentabilidad y por qué es importante requiere un enfoque de vinculación altamente efectivo. La co-creación de este programa necesitó de un alto nivel de confianza y compromiso de todas las organizaciones, incluyendo proveedores y pequeños productores, en la construcción del camino más responsable para avanzar juntos.

 

 

Su objetivo era claro, sumar esfuerzos para trabajar a favor de la sustentabilidad en el sector de palma de aceite mexicano. La implementación de este programa se desarrolló bajo una estrategia de la que se desprendieron tres componentes: la inclusión de pequeños productores, el fortalecimiento y la capacitación del sector en temas de sustentabilidad, y la no deforestación-no turba y no explotación (NDPE por sus siglas en inglés).

 

“Un México palmero sustentable” es una visión compartida para comunidades prósperas y cadenas de suministro productivas y resilientes. Esto se basa en el compromiso de promover una intensificación sostenible, comprometerse y apoyar la producción de pequeños productores e invertir en capacidad ténica en la región. Esperamos que esta visión se comparta en toda la cadena de suministro del aceite de palma, desde molinos y productores hasta las marcas que se abastecen en la región y que cada parte interesada se sienta empoderada para asumir la responsabilidad de hacerla realidad” comentó Sarah Mercadante, Gerente de Productos Sostenibles de PepsiCo.

Asegurando la inclusión de los pequeños productores

El primer componente, que son los pequeños productores, es fundamental ya que el 85 por ciento9 de la generación de fruta nacional proviene de sus fincas. El reto estaba en la gran cantidad de personas, y su dispersión por la región, que implicaba sumar a la estrategia.

 

Dada la magnitud del desafío, los socios unieron fuerzas con la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO, por sus siglas en inglés), una organización multi-actor sin fines de lucro que desarrolla e implementa estándares globales para la producción de aceite de palma sostenible. Hoy en día, dicha organización, conjunta más de 4,000 miembros, y el 19% de la producción mundial de aceite de palma es producido bajo sus estándares de sustentabilidad.

 

De esta manera, se presentó una propuesta a través del Fondo de Apoyo para Pequeños Productores (RSSF por sus siglas en inglés) para ayudar y guiar a un grupo piloto hacia la certificación.

 

El programa fue integrado a la cadena de suministro de Oleopalma, es decir, los productores que le proveen de fruta a sus plantas extractoras de aceite. A partir de ahí, Oleopalma consolidó un equipo de técnicos que se encargó de trabajar con cada uno de los involucrados, comenzando en el área más importante: los productores en el campo.

 

En 2017, el equipo técnico visitó las comunidades palmicultoras e invitó a los productores a integrarse a un proceso de certificación que beneficiaría a todos en la cadena de suministro. Al inicio, esta propuesta generó respuestas encontradas.

 

 

"Cuando les dices a los campesinos que si quieren entrar a un programa, rápido te dicen que sí porque piensan que va a haber dinero, ya cuando ven que no, que es para tener una certificación, se la piensan más. Unos dicen que sí pero luego terminan yéndose y otros se unen hasta que los beneficios de la certificación son tangibles”, reconoce Jaime de Jesús Barrientos Juárez, integrante de la Asociación Palmeros de los Ríos, en Tenosique, Tabasco, que ya está en el proceso de certificación".

 

Después, en noviembre de ese año, RSPO aprobó el proyecto, híto que marcó el inicio del primer componente del Programa Holístico que busca demostrar el éxito de la inclusión de pequeños productores; mientras se incrementa su resiliencia, se fortalecen sus medios de vida y se implementan buenas prácticas para prevenir la deforestación y explotación. Desde entonces a la fecha, 174 pequeños productores de la base de suministro de Oleopalma han aceptado y las primeras auditorías en el estándar de pequeños productores RSPO están programadas a realizarse en el 2020.

 

Para María del Carmen López Pimentel, Jefa de Proyectos Especiales de Oleopalma, al inicio fue difícil echar a andar el programa porque buena parte de los pequeños productores trabajaba en lo individual o en asociaciones informales. A partir de entonces han surgido nuevos colectivos de palmicultores oficialmente constituidos y con una estructura operativa formal, con un presidente, secretario, tesorero, entre otras figuras necesarias para incrementar las posibilidades de la asociación de alcanzar certificarse.

 

“El programa con pequeños productores tiene esa característica, trabajo de campo día a día a cargo de Oleopalma con los productores para lograr la certificación desde 2017. Nosotros no obligamos a nadie, es un compromiso adquirido por los productores con base en los beneficios y lo que saben que van a lograr con la certificación”, relató.

 

“En campo todo cambia, cada asociación trabaja diferente, y con cada uno había que tener capacitación, trabajo en campo, visitas, ver cómo adaptas cada tema con cada productor porque son distintos. El tener el apoyo de todas las organizaciones en el programa holístico te da mayor certeza”, abundó sobre la incorporación al proyecto de Nestlé y la sinergia con PepsiCo, Oleopalma, RSPO, Proforest y Femexpalma.

Visualizando los beneficios

El proyecto comenzó a tomar ritmo y el equipo de técnicos especialistas que integró Oleopalma acompañó a los productores a iniciar nuevos procesos en su quehacer agrícola, como contar con un diagnóstico de productividad de sus cultivos, la identificación de lotes, el establecer parcelas demostrativas en donde se llevan a cabo capacitaciones no solo para productores en el proceso de certificación, sino también para las comunidades cercanas, entre otras actividades que pronto implementaron en sus tierras.

 

Además, a través de capacitaciones teórico-prácticas, los productores aprendieron nuevas técnicas de mantenimiento y fertilización para su palmar, actividades que ahora llevan a cabo con base en las necesidades nutrimentales del suelo y de la planta.

 

A decir de Miguel Ruiz Pérez, de la asociación de palmicultores Verde Industrial, de Palenque, Chiapas, los productores anteriormente solían comprar paquetes comerciales de fertilizantes que incluían variedad de nutrientes y los aplicaban de manera uniforme, pero a partir de que el equipo les apoyó con estudios foliares y de suelo para que conocieran exactamente el estado de sus cultivos, fertilizan solo con los insumos que requieren la tierra y plantas.

 

Otra de las actividades con pequeños productores que mayor impacto generó en su quehacer cotidiano fue la serie de capacitaciones relacionadas con el manejo de los palmares. Mientras ellos solían dejar las hojas de la palma justo donde caían, aprendieron a mantenerlas ordenadamente en los pasillos o interlíneas de los cultivos; con este pequeño cambio, ahora tienen la oportunidad de recuperar hasta 15 por ciento de la fruta que se desprende de los racimos y que anteriormente se perdía entre los residuos desordenados.

 

Sobre este cambio de prácticas, José Luis Pérez Vázquez Aldana, presidente de Femexpalma, considera son la base de la reconversión sustentable del sector, ya que, si los pequeños productores notan los resultados en rendimiento y mejora su calidad de vida, el efecto positivo recaerá en el resto de la cadena de suministro.

 

 

“Los productores que forman parte del programa están sumamente convencidos, y se han dado cuenta, que la palma puede ser una opción de largo plazo para ellos. En la medida en que el pequeño productor se empodere de su finca vamos a poder generar valores, no nada más económicos, sino de una conciencia ambiental y una visión de largo plazo”, apuesta el presidente de Femexpalma.

 

Como resultado del Programa Holístico, los pequeños productores que están en proceso de certificación también experimentaron un cambio de perspectiva sobre su relación con la biodiversidad en los cultivos, el respeto por la vida silvestre y la resignificación de conservar el capital natural, pues se dieron cuenta que los palmares configuran un territorio de transición para animales silvestres que les ofrece refugio y alimento.

Por ejemplo, desde especies pequeñas como variedad de ratones, serpientes, hasta otras mayores como osos hormigueros, venados, coyotes, ocelotes y monos saraguatos visitan los palmares para comer la fruta o también para cazar a los que se ven atraídos por ésta, completando la cadena alimenticia sin que sean molestados por los trabajadores del campo, quienes ahora respetan y viven en armonía con la vida silvestre que atrae la palma.

 

“Nos da mucho gusto ver a toda esa fauna regresando a un hábitat que ya prácticamente estaba deteriorado por la ganadería, algunos compañeros ya han inducido bosque. De ahí salen los monos a comer fruta y muchísimos animalitos. Tenemos el compromiso de respetar y los productores son alentados a que conserven las especies y aprendan a convivir, están entendiendo que hay que cuidar al medio ambiente”, contó Luis Alberto López López, de la Sociedad de Palmicultores del Sureste, en Nueva Esperanza, Chiapas.

“Lo que más ha avanzado es el programa con pequeños productores, empezamos sin nada escrito, pero para mí es importante mostrar que antes de este arranque, todas las experiencias con pequeños productores provenían del Sureste asiático y un par más de Sudamérica. El reto grande fue que empezamos a aprender de la experiencia, por eso ha sido tan importante el Programa Holístico”, recordó Esteban Figueroa Trejo, gerente de Proforest México.

 

Proforest, como experto en temas de sustentabilidad, reconoce que este tipo de proyectos generan experiencia para replicar el conocimiento en Mexico y en otros países de Latinoamérica.

Fortaleciendo las capacidades y ofertando capacitación en materia de sustentabilidad

El segundo componente importante del Programa Holístico va dirigido a impedir que se repita una situación como la que vivieron los productores cuando el Gobierno Federal comenzó a regalar las plantas en 1998: la desinformación. De este eje surgió un fuerte impulso para fortalecer y capacitar al sector palmero en temas de sustentabilidad donde FEMEXPALMA tomó un rol protagonista en su dirección.

 

A la fecha, se han implementado 2 programas de formación anuales. Estos programas representan 32 cursos de capacitación, con la participación de más de 20 compañías que administran 33 mil hectáreas10 de palma de aceite, es decir, más de una tercera parte de la superficie total de palmicultura en el país. En total se han benefiado a más de 600 personas, de las cuales 90 fueron apoyadas con becas otorgadas por Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA).

 

El hecho de que México cuente con especialistas nacionales significa que el conocimiento técnico está más cerca de los productores y plantas extractoras del sector mexicano para disipar dudas e iniciar su proceso de certificación RSPO.

 

 

En la actualidad, el rendimiento medio nacional es de 12.6 toneladas de fruta por hectárea11, una cifra que para los actores involucrados en el Programa Holístico esperan duplicar para 2025, es decir, ellos deberían llegar a producir unas 24 toneladas de producción por hectárea a través de la adopción de prácticas sustentables y técnicas especializadas.

 

En este sentido, una de las decisiones que marcó un hito para avanzar en el camino de la sustentabilidad, fue la de crear la Dirección de Sustentabilidad en Femexpalma, cuyo objetivo es guiar y apoyar a las empresas del sector hacia la certificación RSPO.

 

Uno de los beneficiados con las capacitaciones y el acompañamiento de esta nueva dirección fue Palmosur, industria productora y extractora de aceite de palma en Palenque, Chiapas. Su Gerente, Manuel Bacaro, reconoce que “se nos ha apoyado mucho en la orientación sobre estudios y capacitaciones que lógicamente nos han dado una mejor inmersión en temas de sustentabilidad y en alcanzar la meta que tenemos de certificarnos con RSPO”.

 

Sin embargo, los beneficios de este tipo de transformaciones a través del conocimiento no solo se quedan en la cadena productiva, sino que llegan hasta la mesa de quienes disfrutan la amplia gama de productos que se elaboran con el aceite.


“PepsiCo está profundamente comprometido con la transformación a largo plazo de la industria del aceite de palma, y a ser un catalizador para ayudar a generar un cambio sistémico. Los consumidores deberían comprar de empresas que estén comprometidas con la producción de aceite de palma sostenible, porque al hacerlo ayudan a demostrar el valor de la producción de aceite de palma sostenible y a recompensar los esfuerzos de certificación que mejora las prácticas en campo y al mismo tiempo protege a las comunidades locales y a la biodiversidad”, planteó Natasha Schwarzbach, Líder Global de Productos Sostenibles de PepsiCo.

Palmicultura inteligente

Los primeros pasos para virar hacia una palmicultura sustentable y fortalecida con especialistas mexicanos ya están dados y siguen en movimiento. Sin embargo, el factor humano y las herramientas tecnológicas juegan un papel necesario para la trasformación del sector.

 

Es aquí donde entra el tercer componente del Programa Holístico: no deforestación-no turba-no explotación (NDPE), que a decir de Emily Kunen, Líder Global de Abastecimiento Responsable de Nestlé, permite garantizar que el insumo mexicano se produce con estrictos criterios ambientales y de respeto al trabajo humano.

 

“Nestlé está comprometido con utilizar aceite de palma de origen 100 por ciento responsable en 2020, por eso es importante para nosotros de dónde viene, cómo se produce y verificar que se gestione de forma respetuosa con las personas y el planeta. Eso significa que todo el aceite de palma que utilizamos cumple con nuestros estándares de suministro y los principios NDPE”, explica.

 

 

Uno de los más relevantes alcances de este componente fue la realización de un estudio que, al evaluar 200 mil hectáreas en Chiapas y Tabasco, analizó la presencia de Altos Valores de Conservación (AVC) en más de 70 mil hectáreas, cubriendo las plantaciones de palma de aceite, con una zona más amplia que incluye 1km de buffer a su alrededor. Esta evaluación incluye recomenaciones para el manejo y monitoreo de los AVC identificados.

 

Además, para que el crecimiento de la frontera agrícola continúe ordenado y sin perturbar la biodiversidad de los estados productores, se desarrolló un mapa de probabilidad, que será de acceso público, de AVC donde se clasifican las áreas de bajo, mediano y alto riesgo para establecer palmicultura.

 

Bajo este enfoque, el Programa Holístico no solo generó dichas herramientas, sino que también organizó el primer curso para asesores líderes de AVC acreditado por la red de Altos Valores de Conservación bajo el Esquema de Licenciamiento de Asesores (ALS por sus siglas en inglés). Como parte de esta iniciativa, 15 profesionales de Costa Rica, México, Colombia y Guatemala atendieron este curso, mismo que representa un ejemplo de nuestros esfuerzos continuos para construir las capacidades locales en México y en Latinoamérica que ayuden a demostrar que el crecimiento del cultivo de palma de aceite es manejado de manera sostenible.

Mejorando las condiciones de trabajo en el campo

Si el factor social estuviera fuera del proyecto, entonces no habría un beneficio real para los involucrados. Bajo esta premisa, productores que trabajan en la certificación deben garantizar que sus empleados tienen ingresos dignos por encima del salario mínimo, que no ejercen jornadas extenuantes y que cuentan con seguridad social. Además de que deben garantizar que sus cultivos son áreas libres de trabajo infantil.

 

La aplicación de las buenas prácticas que fomenta el Programa Holístico ha permitido que los productores gocen de una mejor calidad de vida al ver incrementados sus ingresos y la frecuencia con que los reciben.

 

 

“Estoy muy contenta porque ya sé que con mi palma tengo un chequecito cada 10 días”, comparte motivada Noemí de la Cruz Paniagua, presidenta de la asociación de productores Verde Industrial, de Palenque, Chiapas.

 

Además, para procurar que los agricultores no carezcan de recursos al necesitar y adquirir fertilizantes, se creó el programa Fertiahorro, un sistema virtuoso a nombre de cada asociación donde se le invita al pequeño productor a que, por cada tonelada de fruta que venda, destine un monto que será exclusivamente para la compra de sus fertilizantes; de esta manera los productores aprenden el valor y beneficio del ahorro.

Programa Holístico del mañana

Ante la necesidad de contar con información técnica confiable, actualizada y focalizada en México, Femexpalma propuso la creación el Centro de Investigación para la Sustentabilidad de Palma de Aceite (CIISPALMA), con sede en Villahermosa, Tabasco, como el ente científico especializado que generará contenido propio dedicado a nuevas prácticas y tecnologías en la palmicultura.

 

Con un plan de negocios que aspira a ser autosustentable económicamente, el CIISPALMA fue creado mediante un Fondo Mixto entre el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Gobierno de Tabasco, el cual asciende a 42 millones de pesos. A la fecha, ya concluyeron sus dos primeras etapas que consisten en la obra civil.

 

Una vez revisado y autorizado, comenzará el equipamiento del centro para que entre en operaciones en noviembre de 2020.A partir de entonces comenzará un proceso permanente de investigación científica y capacitación continua que se incorporará a la agenda y objetivos del Programa Holístico, orientados a incrementar la producción aceitera nacional de forma sostenible.

 

 

Finalmente, todos estos resultados, retos e historias que se han entreverado en el Programa Holístico rumbo a la sustentabilidad fueron compartidos con quienes dan vida al sector en el Segundo Congreso Palmero Mexicano y la VIII Conferencia Lationamericana RSPO, eventos que se llevaron a cabo en la ciudad de Campeche del 3 al 5 de marzo del 2020, abierto para compartir experiencias y estrechar lazos.

 

Durante este encuentro internacional, Francisco Naranjo, director de RSPO Lationamérica, aprovechó para enviar un mensaje de apoyo al sector, y particularmente a los pequeños productores, quienes son la base del esfuerzo colectivo para alcanzar la certificación.

 

“Mi mensaje es que sigan adelante, cuentan con el apoyo de un gremio fuerte como Femexpalma, RSPO, de compradores internacionales. Van en el camino correcto, no me queda la menor duda de que la implementación de las buenas prácticas ambientales, sociales y económicas les dará muchos réditos a mediano y largo plazo. Todos estamos alineados con este compromiso hacia la sostenibilidad”, alentó.

Mirando hacia adelante

Hoy la industria palmera mexicana opera con una agenda multilateral que ha sabido responder a uno de los retos mas importantes del Siglo XXI: crecer económicamente sin comprometer los recursos naturales del futuro. Al fortalecer a las organizaciones de productores locales, transmitiendo los conocimientos adquiridos y facilitando el acceso a nuevos recursos, el Programa Holístico está logrando mejorar las condiciones de vida y la prosperidad de las comunidades. La anhelada sustentabilidad ya está en marcha de la mano de todos los interesados que estamos en esto juntos.