
TENOSIQUE, TABASCO
ENERO 2020
Doña Cecilia y su hija Isaura son dos mujeres que, gracias a la siembra de la palma de aceite, han contribuido con la generación de empleos al tiempo que proveen y traen sustento a su familia.
Ahora le da risa, pero Isaura recuerda que hace menos de 20 años, cuando comenzó la siembra de la palma de aceite en el sureste mexicano, los pequeños frutos que generaba la planta, eran tirados o dados a los cerdos y caballos para que los comieran.
Era 1998. Un programa de gobierno regaló la planta, el flete y el mantenimiento para probar si era posible que esta planta de origen africano podría producirse en México.
Isaura del Carmen Sánchez Domínguez y su madre Cecilia decidieron destinar parte de sus 38 hectáreas de parcela que tenían, para sembrar una planta originaria del Golfo de Guinea de la que sabían muy poco. Esta política federal fue impulsada por el entonces presidente Ernesto Zedillo, y fue bien recibida por los productores que estaban cansados de la zozobra que generaba la ganadería y la siembra de otros cultivos como la yuca o caña de azúcar. Ahora, los productores que decidieron aventurarse en la siembra de palma están viendo los frutos de su decisión.
Isaura hoy tiene 56 años y como muchos otros productores de palma de aceite, sigue manteniendo la tradición de tener ganado “aunque la verdad ya no es negocio” nos dice. “Mantener parados a los animales es muy caro; y eso nadie te lo paga cuando quieres vender.”
De las 19 hectáreas con las que comenzó en el año 2000, ahora tiene 25 hectáreas de palma de aceite. Ella ahora sabe que, más temprano que tarde, podrá ver a sus hijos exitosos en cualquiera de los proyectos que se pongan o en lo que quieran hacer. Hoy, la palma de aceite es uno de sus principales ingresos y lo que hace posible que sus hijos estudian y practiquen deportes.
Por ejemplo, Samuel Humberto es el menor de sus cinco hijos, y gracias a los ingresos generados por la palma de aceite, en octubre pasado fue a Colombia a competir en un torneo de béisbol, uno de los deportes más populares en Tabasco. Con el paso de los años, la palma se ha convertido en un negocio redituable para Isaura, una madre que después de pasar un tiempo en Villahermosa, la capital del estado, ha regresado al campo para atender los palmares de su madre, una mujer de 80 años que ha dedicado su vida al campo.
Isaura es consciente de que su vida no hubiera sido la misma de no haber hecho esa apuesta hace 20 años. Tampoco ha sido sencillo, pero ha valido la pena. Hoy, ella enfrenta con decisión el reto de obtener la certificación RSPO bajo la guía que le ofrece la empresa que le compra su fruto: Oleopalma, quien promueve e implementa prácticas de producción sustentable.
Si lo consigue, seguirá riéndose de que esa fruta, a la que antes nadie le daba importancia, ahora será mayor en producción y calidad, y en consecuencia, le generará mejores ingresos para seguir impulsando a su familia.